TEORIA LITERARIA DISCURSIVA.
En una introducción a la teoría Terry Eagleton comienza planteando la pregunta ¿Qué es la literatura? Para luego afirmar que es imposible definir esta disciplina. Debido a que no hay ninguna esencia de literatura, toda definición es provisoria y relativa. No hay definición ontológica, no hay respuesta.
El concepto de ficción no es suficiente para definirla. Gran parte de la literatura no es ficción. El diario, la crónica, las epístolas, etc. pueden no ser ficción, no obstante, formar parte de la literatura. Inversamente, hay obras de ficción que no forman parte del universo literario (por ejemplo, las historietas).
Otro intento de definir la literatura es el que nos brinda el formalismo ruso. Este grupo entendía a la literatura como un lenguaje singular que se opone a uno práctico. Los formalistas sostenían que hay una especificidad del lenguaje poético. Lo que lo diferencia es la orientación que toman los signos. A diferencia del lenguaje práctico en el que los signos están orientados hacia los objetos (referentes) en el lenguaje poético los signos están orientados hacia sí mismos (auto-referencia).
Jakobson, por ejemplo, sostenía que el signo poético es opaco a diferencia del signo práctico que es transparente. A este fenómeno producido por el lenguaje poético los formalistas lo llaman extrañamiento. Terry Eagleton dice que el extrañamiento no rige siempre sino que depende del contexto en que se lee: el extrañamiento no es inherente a la literatura misma. De modo que no hay nada que podamos definir como la esencia de la literatura sino al entorno en que se produce. No habría norma ni transgresión a la norma puesto que no hay lengua normal. Además, hay discursos, como el publicitario, que también hacen uso de la función poética del lenguaje sin pertenecer al universo literario.
En este sentido puede considerarse la literatura no tanto como una cualidad o conjunto de cualidades inherentes que quedan en manifiesto en cierto tipo de obras… sino como las diferentes formas en que la gente se relaciona con lo escrito. No es fácil separar, de todo lo que en una u otra forma se ha denominado literatura, un conjunto de características intrínsecas. ... No hay absolutamente nada que constituya la esencia misma de la literatura.
Esto se explica cuando observamos la relación entre la literatura y determinados juicios de valor. En este sentido, literatura es lo que es bello.
Parecería, pues, que los juicios de valor tienen ciertamente mucho que ver con lo que se juzga como literatura y con lo que se juzga que no lo es.
Por lo tanto, observa a la literatura en términos de juicios de valor. De acuerdo
a esta perspectiva, hablar de literatura implica hablar de diferentes modos de sentir, evaluar, juzgar, etc. Se manifiestan, entonces, visiones ideológicas que tienen que ver con relaciones y estructuras sociales de poder. Los juicios de valor son indisociables de determinadas perspectivas ideológicas.
Los departamentos de literatura en las instituciones de educación superior son, por lo tanto, parte del aparato ideológico del Estado capitalista moderno.
Eagleton observa el despliegue de la teoría literaria a lo largo del Siglo XX y los paradigmas que esta teoría literaria contemporánea sostenía. Luego, plantea una crítica global a todas las escuelas afirmando que lo que tienen en común es que comparten una huída de la realidad porque todas estas teorías no quieren reparar en lo que la realidad histórica y material nos propone.
Finalmente todas estas escuelas se basan en la creencia compartida de que hay un sujeto de carácter individual y contemplativo que por medio de diferentes métodos puede conocer lo que la literatura es. Denuncia el carácter ideológico de estas teorías literarias, el hecho de que no proponen un conocimiento genuino sino un seudo-conocimiento de carácter ideológico. En este panorama ninguna de estas teorías puede responder a la pregunta ¿qué es la literatura? Según Eagleton, esto es así puesto que la literatura en esencia no existe y agrega que no puede ser definida a partir de un método único ni tomada como un objeto único.
En una introducción a la teoría Terry Eagleton comienza planteando la pregunta ¿Qué es la literatura? Para luego afirmar que es imposible definir esta disciplina. Debido a que no hay ninguna esencia de literatura, toda definición es provisoria y relativa. No hay definición ontológica, no hay respuesta.
El concepto de ficción no es suficiente para definirla. Gran parte de la literatura no es ficción. El diario, la crónica, las epístolas, etc. pueden no ser ficción, no obstante, formar parte de la literatura. Inversamente, hay obras de ficción que no forman parte del universo literario (por ejemplo, las historietas).
Otro intento de definir la literatura es el que nos brinda el formalismo ruso. Este grupo entendía a la literatura como un lenguaje singular que se opone a uno práctico. Los formalistas sostenían que hay una especificidad del lenguaje poético. Lo que lo diferencia es la orientación que toman los signos. A diferencia del lenguaje práctico en el que los signos están orientados hacia los objetos (referentes) en el lenguaje poético los signos están orientados hacia sí mismos (auto-referencia).
Jakobson, por ejemplo, sostenía que el signo poético es opaco a diferencia del signo práctico que es transparente. A este fenómeno producido por el lenguaje poético los formalistas lo llaman extrañamiento. Terry Eagleton dice que el extrañamiento no rige siempre sino que depende del contexto en que se lee: el extrañamiento no es inherente a la literatura misma. De modo que no hay nada que podamos definir como la esencia de la literatura sino al entorno en que se produce. No habría norma ni transgresión a la norma puesto que no hay lengua normal. Además, hay discursos, como el publicitario, que también hacen uso de la función poética del lenguaje sin pertenecer al universo literario.
En este sentido puede considerarse la literatura no tanto como una cualidad o conjunto de cualidades inherentes que quedan en manifiesto en cierto tipo de obras… sino como las diferentes formas en que la gente se relaciona con lo escrito. No es fácil separar, de todo lo que en una u otra forma se ha denominado literatura, un conjunto de características intrínsecas. ... No hay absolutamente nada que constituya la esencia misma de la literatura.
Esto se explica cuando observamos la relación entre la literatura y determinados juicios de valor. En este sentido, literatura es lo que es bello.
Parecería, pues, que los juicios de valor tienen ciertamente mucho que ver con lo que se juzga como literatura y con lo que se juzga que no lo es.
Por lo tanto, observa a la literatura en términos de juicios de valor. De acuerdo
a esta perspectiva, hablar de literatura implica hablar de diferentes modos de sentir, evaluar, juzgar, etc. Se manifiestan, entonces, visiones ideológicas que tienen que ver con relaciones y estructuras sociales de poder. Los juicios de valor son indisociables de determinadas perspectivas ideológicas.
Los departamentos de literatura en las instituciones de educación superior son, por lo tanto, parte del aparato ideológico del Estado capitalista moderno.
Eagleton observa el despliegue de la teoría literaria a lo largo del Siglo XX y los paradigmas que esta teoría literaria contemporánea sostenía. Luego, plantea una crítica global a todas las escuelas afirmando que lo que tienen en común es que comparten una huída de la realidad porque todas estas teorías no quieren reparar en lo que la realidad histórica y material nos propone.
Finalmente todas estas escuelas se basan en la creencia compartida de que hay un sujeto de carácter individual y contemplativo que por medio de diferentes métodos puede conocer lo que la literatura es. Denuncia el carácter ideológico de estas teorías literarias, el hecho de que no proponen un conocimiento genuino sino un seudo-conocimiento de carácter ideológico. En este panorama ninguna de estas teorías puede responder a la pregunta ¿qué es la literatura? Según Eagleton, esto es así puesto que la literatura en esencia no existe y agrega que no puede ser definida a partir de un método único ni tomada como un objeto único.
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