viernes, 10 de octubre de 2008

Mundo del texto y Mundo del lector.


Ricoeur se pregunta por lo que del lado de la ficción puede ser tenido como la contrapartida de lo que del lado de la historia se da como pasado real.

La función de la representancia tiene su paralelo en la función de significancia que reviste el relato de ficción. Las ficciones tienen “efectos que expresan su función positiva de revelación y de transformación de la vida y las costumbres”.

Dichos efectos son efectos esencialmente efectos de lectura, por lo tanto la significación de la obra de ficción procede de la intersección entre el mundo del texto y el mundo del lector. Solo por la mediación de la lectura, la obra obtiene la significancia completa, que seria para la ficción lo que la representancia para la historia.

Una reflexión más precisa sobre la noción del mundo del texto lo convenció que el paso de la configuración a la refiguración exigía la confrontación entre dos mundos, el mundo ficticio del texto y el mundo real del lector. El fenómeno de la lectura se convertía de golpe en el mediador necesario de la refiguración.

Pero es preciso confesar que el mundo del texto sigue siendo una trascendencia en la inmanencia. Su estatuto ontológico queda en suspenso: en exceso respecto a la estructura, a la espera de la lectura. Sólo en la lectura el dinamismo de la configuración termina su recorrido. Y es más allá de la lectura , en la acción efectiva ilustrada por las obras recibidas, donde la configuración del texto se cambia en la refiguración.

Para finalizar mediante la acción de la lectura se produce una refiguración del mundo que debe ser examinado en dos momentos. Primero toca a la historia que hacemos y padecemos e implica un proceso de totalización del tiempo histórico. Esto hará posible enfrentar las contrariariades que aun no liberan la aprehensión de un pasado que ya no es. El segundo incumbe al papel que los dos tipos de relato tienen en esta totalización y, por consiguiente, a la unidad entre la historia como relato y la historia que hacemos. Esto lleva a mostrar de qué modo el entrecruzamiento de la historia y la ficción permite a la refiguración.

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